Salvemos el planeta: es tiempo de actuar

Si queremos salvar el planeta y garantizar el futuro del medio ambiente es preciso apostar por la economía circular, las energías alternativas y movilizar al mundo en la lucha contra el cambio climático para que los gobernantes actúen de inmediato ya que cada vez nos queda menos tiempo y podemos llegar tarde..”.

Problemas ambientales cruciales y urgentes como la crisis climática, la pérdida de biodiversidad, la acumulación de plásticos en los mares y océanos, la contaminación del aire en las grandes ciudades que causan más de 7 millones de muertes al año, etc., se han convertido en problemas de estricta supervivencia, que exigen la adopción de medidas urgentes si queremos salvar el planeta pensando en las generaciones venideras. Cabe destacar la influencia que tienen los factores de riesgo ambientales (físicos, químicos, biológicos y sociales) en la salud del ser humano, aspecto fundamental en el que llevo insistiendo desde hace cuatro décadas, y que con el paso del tiempo ya nadie pone en duda. Está claro que cuidando el medio ambiente protegemos nuestra salud. Los recursos naturales no son inagotables y estoy convencido de que en esta nueva década que acaba de empezar tendrá un papel decisivo y fundamental el impulso de la economía circular, cuyo modelo se fundamenta en las cinco R: repensar, rediseñar, reducir, reusar y reciclar.

Tenemos que estar preparados para afrontar las posibles consecuencias del cambio climático. Es necesario establecer una estrategia adecuada para afrontar el impacto de la variación del clima en las personas, sobre todo en las ciudades y poblaciones costeras que serán las más amenazadas. El cambio climático supone la oportunidad de implantar políticas sanitarias públicas que influyan en la consolidación de modelos sostenibles y hábitos de vida saludables. Aspectos como la planificación energética, la planificación urbanística y los cambios en los transportes (transporte ecológico, movilidad verde, vehículo eléctrico) serán algunas de las claves a tener en cuenta para adelantarnos a los acontecimientos y minimizar en la medida de lo posible sus consecuencias. También hay que destacar que en esta última década las ciudades europeas están poniendo en marcha planes de actuación y adoptando medidas para la reducción de gases de efecto invernadero y a la vez afrontando la contaminación del aire a través de la movilidad sostenible, el uso de energías renovables, implantación del vehículo eléctrico (aunque queda mucho camino por recorrer) y otras medidas.

La COP25, organizada por Chile y celebrada en Madrid (2019), a la que tuve el privilegio de asistir en primera línea y participar activamente, ha generado cierta frustración ante la falta de acuerdos, y se volvió a constatar la desconexión que existe entre la comunidad científica internacional y los gobiernos respecto a la necesidad imperiosa de actuar ante la crisis climática. Los resultados de la COP25 han sido decepcionantes ya que no se lograron acuerdos relevantes y las decisiones sobre temas importantes se postergaron para la próxima COP26 que se celebrará en Glasgow en noviembre del 2020, donde se deberán adoptar decisiones vinculantes y definitivas o llegaremos tarde y pagaremos las consecuencias, ya que esto acabará pasando factura a los gobernantes y a las empresas que no se sumen a afrontar la emergencia climática. Mientras los científicos y la ciudadanía vamos de la mano reclamando acción, los gobernantes no están a la altura de las circunstancias.

Es necesario un mayor nivel de compromiso de toda la sociedad y especialmente de los gobernantes para combatir y mitigar los efectos del cambio climático como una cuestión determinante para reducir las desigualdades sociales que existen en la actualidad. A nivel institucional resulta imprescindible establecer sinergias entre Medio Ambiente, Industria, Economía y Salud, para trabajar todos juntos en nuevos enfoques que reduzcan el riego para el medio ambiente. Hay que adoptar medidas urgentes para mitigar el cambio climático antes de que sea tarde y adaptarse a sus efectos es una cuestión moral ya que es necesario para erradicar la pobreza extrema existente en la actualidad y garantizar un desarrollo económico equitativo y sostenible. En la protección del planeta tierra, la raíz del problema está en la falta de equidad, justicia social y solidaridad, prevaleciendo los intereses de los más ricos sobre los más pobres, y esto tiene que cambiar. La lucha contra el cambio climático es un imperativo moral de toda la sociedad en su conjunto, ya que todos los que habitamos el planeta estamos obligados a colaborar en su protección. Es una cuestión de justicia social, de ética fundamental y de respeto por los derechos humanos, ya que todos los seres humanos somos iguales en dignidad. Que así sea, las generaciones venideras nos lo agradecerán.